ESTRELLA FUGAZ
Las «estrellas que se caen», son en realidad pequeños trozos de roca, algunos tan pequeños como granos de arena, que están diseminados por el espacio entre los planetas moviéndose a gran velocidad. Cuando esos granitos de polvo chocan contra la atmósfera terrestre, a unos 180.000 kilómetros por hora, el roce con el aire hace que se quemen emitiendo luz y provocando ese trazo luminoso característico que es tan hermoso ver pero que tan poco dura.
Los meteoritos que podemos ver a simple vista tienen una masa de una decenas de gramos; sin embargo, se estima que caen diariamente sobre la Tierra alrededor de miles de millones de meteoritos, aunque son tan pequeños que la masa total es de alrededor de una tonelada (1.000 kilogramos).
Hay épocas en el año en que el número de estrellas fugaces que podemos ver es mucho mayor, en algunos casos llega hasta unas cincuenta por hora. Esto se debe a que la Tierra se está moviendo en una región del espacio más densamente poblada por granos de polvo, produciéndose así una «lluvia de meteoritos». Esta mayor densidad de granos de polvo en una determinada región ha sido provocada por el paso o bien por la destrucción de algunos cometas.
A lo largo de los años, los cometas van llenando su órbita de polvo, y al final de sus vidas, debido a que fueron perdiendo la materia que los forma en cada una de sus órbitas, se rompen desparramando aún más la roca y el hielo que los formaba por el espacio. Cada tanto, la Tierra cruza la que fuera la órbita de algún cometa, chocando contra los restos del mismo y provocando entonces una excepcional lluvia de meteoritos.
Al mirar el cielo en una de esas noches, las estrellas fugaces parecen todas salir de un «punto radiante», ya que por perspectiva las trayectorias paralelas de los meteoritos parecen juntarse en un mismo punto del cielo; por esa razón, se bautiza a la lluvia de meteoritos con el nombre de la constelación en la que se ubica el punto radiante.
Las «estrellas que se caen», son en realidad pequeños trozos de roca, algunos tan pequeños como granos de arena, que están diseminados por el espacio entre los planetas moviéndose a gran velocidad. Cuando esos granitos de polvo chocan contra la atmósfera terrestre, a unos 180.000 kilómetros por hora, el roce con el aire hace que se quemen emitiendo luz y provocando ese trazo luminoso característico que es tan hermoso ver pero que tan poco dura.
Los meteoritos que podemos ver a simple vista tienen una masa de una decenas de gramos; sin embargo, se estima que caen diariamente sobre la Tierra alrededor de miles de millones de meteoritos, aunque son tan pequeños que la masa total es de alrededor de una tonelada (1.000 kilogramos).
Hay épocas en el año en que el número de estrellas fugaces que podemos ver es mucho mayor, en algunos casos llega hasta unas cincuenta por hora. Esto se debe a que la Tierra se está moviendo en una región del espacio más densamente poblada por granos de polvo, produciéndose así una «lluvia de meteoritos». Esta mayor densidad de granos de polvo en una determinada región ha sido provocada por el paso o bien por la destrucción de algunos cometas.
A lo largo de los años, los cometas van llenando su órbita de polvo, y al final de sus vidas, debido a que fueron perdiendo la materia que los forma en cada una de sus órbitas, se rompen desparramando aún más la roca y el hielo que los formaba por el espacio. Cada tanto, la Tierra cruza la que fuera la órbita de algún cometa, chocando contra los restos del mismo y provocando entonces una excepcional lluvia de meteoritos.
Al mirar el cielo en una de esas noches, las estrellas fugaces parecen todas salir de un «punto radiante», ya que por perspectiva las trayectorias paralelas de los meteoritos parecen juntarse en un mismo punto del cielo; por esa razón, se bautiza a la lluvia de meteoritos con el nombre de la constelación en la que se ubica el punto radiante.
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